La intervención ganadora resuelve un programa complejo manteniendo el carácter de la construcción original y acentuando su espacialidad.
El nuevo Archivo de la Ciudad de Barcelona será un edificio abierto al público, un nuevo centro cultural en el que los ciudadanos serán tan protagonistas como los documentos que han registrado la historia de la ciudad.
El proyecto de los arquitectos Santi Orteu, Gloria Piferrer y Xavier Farré, integrantes del despacho catalán especialista en equipamientos culturales Op Team; de Héctor Mendoza y Mara Partida, socios del despacho internacional con sede en Barcelona Mendoza Partida y de Ramón Valls, arquitecto premio Ciutat de Barcelona 2008; ha sido ganador del concurso a dos fases convocado por BIMSA para la rehabilitación de la nave 8 del recinto de Can Batlló que alojará la sede del Archivo de la Ciudad de Barcelona. El objetivo fjado en el concurso no sólo era la conservación y la revalorización de los elementos esenciales del edifcio, sino la adecuación del mismo para albergar los más de 50 kilómetros de documentación, cuatro millones de fotografías y miles de documentos gráfcos y cartográfcos que ilustran y documentan la historia de Barcelona y que actualmente se encuentran dispersos en 21 centros diferentes.
Bajo el lema “Ágora” la propuesta ganadora plantea un edifcio enraizado a su entorno, luminoso y abierto a la ciudadanía, aparentemente simple pese a la complejidad organizativa de un archivo, un edifcio que otorga el protagonismo a las personas frente a los documentos. Para ello, concentra el área destinada a depósitos (50% del programa) en la mitad norte del núcleo central de la nave 8 de Can Batlló, un espacio de doble cuerpo con 27 m de ancho, 135 m de longitud y tres niveles de unos 6 m de altura; y destina la mitad sur y la corona que lo envuelve, de 14 m de ancho y de una sola altura, a las zonas más públicas del programa.
Además, este espacio de uso público se enriquece mediante la creación de tres patios interiores que aportan luz y ventilación natural, que permiten las visiones cruzadas y que nos revelan la estructura original del edifcio en toda su magnitud. El acceso principal al equipamiento se realiza a través del mayor de estos patios, el cual actúa a modo de atrio y ejerce de umbral de la plaza pública, el ágora, que ocupa la planta baja. Dicha plaza permite el acceso a los distintos espacios sociales y culturales del complejo que envuelven la nave central (salas de exposiciones, auditorio, aulas didácticas…), mientras que, en la planta primera y segunda se disponen las zonas de consulta y los espacios de trabajo interno. La permeabilidad del ágora permite múltiples alternativas de acceso, conectar y acompañar los recorridos que vinculan la Gran Vía con el barrio de la Bordeta y los nuevos equipamientos con el nuevo parque de Can Batlló. Por otra parte, se recuperan las fachadas y el espacio interior y se restituye la inclinación de la cubierta original, poniendo en valor la volumetría y la espacialidad imponente del edifcio original. Los depósitos de archivo se alojan en una estructura independiente construida por la agregación de 48 celdas autónomas y facilita así las condiciones climáticas que requiere cada tipología de documento. A su vez, esta estructura se separa de la construcción existente mediante espacios cojín que minimizan la necesidad de aportar energía externa. Con el objetivo de acercarse a la autosufciencia energética el proyecto incorpora el uso de energías renovables como la geotérmica y la solar fotovoltaica.