Una vez finalizadas las obras del Campus Iberdrola en San Agustín de Guadalix (Madrid) y con un nuevo proyecto en marcha en la capital, Alonso Balaguer abrió una nueva oficina en Madrid a principios de 2021.
De esta manera, Alonso Balaguer se consolida en Madrid, con un equipo que desarrolla proyectos a nivel local como el que se explica a continuación. Un edificio de oficinas en la calle Vizcaya.
El objeto de la intervención es una pieza extraña en su contexto ya que, en una zona cuyo uso característico es el residencial, se trata de un edificio de oficinas.
Construido en los años 60 en Madrid, con el paso del tiempo ha ido sufriendo diversas modificaciones. Su única fachada, ciega y pesada, no dialogaba con el entorno, encerrando los espacios en sí mismos y privándolos de iluminación natural.
El proyecto consiste en la reforma interior y sustitución de fachada del edificio situado en la calle Vizcaya, para la adecuación y actualización de sus espacios de trabajo y, a la vez, en la transformación de su imagen exterior gracias a una nueva fachada vidriada que solucione la escasa iluminación natural de los espacios interiores.
El edificio original consta de planta baja más cinco, un sexto piso retranqueado tres metros de la fachada principal con terraza y un último nivel de cubierta destinado a instalaciones y mantenimiento. También existen otros dos niveles bajo rasante.
En lo que refiere al plano meramente funcional, la intervención logra redistribuir la planta agrupando todos los servicios y comunicaciones en una franja perpendicular a la fachada, liberando el resto de la planta y generando espacios de trabajo completamente diáfanos.
La planta baja se abre completamente, evidenciando el juego de desniveles existente desde la calle, generando múltiples espacios de trabajo, reunión y eventos. En el apéndice de esta misma planta se abren unos lucernarios que dotan de iluminación natural a un espacio anteriormente oscuro.
Además, se optimiza el espacio destinado a instalaciones de la cubierta para dotar a los usuarios de un espacio de interacción y trabajo al aire libre.
Pero la parte más integrante de la intervención es la nueva fachada, que establece un lenguaje sincero con las preexistencias. Formada por un muro cortina blanco y dividido por dos ejes (uno vertical y otro horizontal), termina configurando cuatro sectores diferenciados que organizan los espacios interiores y transforman las proporciones del edificio. Su transparencia es una aportación al barrio, ofreciendo un diálogo entre el interior y exterior, sin olvidar la privacidad del usuario mediante la integración de estores que además dinamizan su imagen.